domingo, 21 de noviembre de 2010

¿LOS CUENTOS ORALES NO TIENEN AUTOR?

Hace unos días asistí a una sesión de cuentacuentos. Voz y expresión, sólo con eso consiguen transmitir a los oyentes toda la emoción de los relatos. Me admira la capacidad que tienen para hacerlo, me admira la valentía que supone enfrentarse casi desnudos a su público y que le lleven con la palabra, la sonrisa, la mirada -¿persuasión se llama?- al terreno de la magia, de lo que es posible aun no siéndolo. Pero, a pesar de la belleza de la noche, al final me quedó una sensación amarga en el estómago. ¿Dónde estaban los autores de esos cuentos? Ninguno de los cuentacuentos había mencionado sus nombres, ni uno solo. ¿Acaso eran todos anónimos, cuentos tradicionales que habían llegado hasta ellos por transmisión oral? No, casi todos eran muy modernos, tanto por temática como por estructura... ¿Eran los narradores los propios creadores o habían cogido prestadas las historias de otros? Y, si era así, ¿por qué no pronunciaban al final el nombre del autor? Les pregunté a algunos. Me dijeron que ellos particularmente lo hacían en caso de que alguien les preguntara, sólo en ese caso, pero añadieron que sabían de muchos que se negaban a hacerlo. Eso me hizo pensar que creían que el cuento crecía con ellos, que ellos eran quienes le daban la posibilidad de volar, de hacerse infinito. Puede ser... Sin embargo, aunque ellos lo divulguen, parten de una obra que ya existe y es de recibo que los que la escuchen sepan de dónde proviene y a quién deben agradecérsela -tanto si les gusta como si no-. No estoy hablando ahora de derechos o de copy, sólo de respeto al autor. Si los cuentacuentos son los propios inventores de la obra -y parece ser que muchas veces es así-, los integrantes del público deberían saberlo para aplaudirles doblemente. Pero, si son otros, también deberían saberlo para que una parte de ese aplauso final rindiera tributo a quien les regala una buena historia que contar. Ésa es mi opinión. ¿Qué pensáis vosotros?

viernes, 19 de noviembre de 2010

LA GRAN FIESTA DE LOS LIBROS EN MADRID

Del 1 de diciembre al 15 de enero, gran fiesta de los libros en Madrid: se celebra el XXXIV Salón del Libro Infantil y Juvenil en el Centro Cultural Galileo (C/ Galileo 39). El lema de este año: "Enredados en un mar de libros". Os paso la agenda de actividades. ¡Que lo disfrutéis!

sábado, 6 de noviembre de 2010

OJO CON LAS MUJERES QUE LIMPIAN...

De pequeña recibí una educación acorde con el mundo en el que hoy vivimos. Fui a un colegio laico, extranjero -por aquello de la segunda lengua- y mixto, cuando la mayoría de mis amigos/as iban a uno religioso. Mi madre no fue una madre al uso amante del hogar, deseosa de servir a los suyos, qué va. Hacía las faenas de la casa cuando no había más remedio y siempre con mala cara. Gracias a Dios no me transmitió para nada ese espíritu de sacrificio de ama de casa que tenían casi todas sus coetáneas. Una vez que se jubiló, mi padre nos sorprendió a todos yendo encantado a la compra y cocinando unos guisos que hacían las delicias de los comensales. En los libros que llevo escritos hay padres que cocinan, madres que conducen, mujeres trabajadoras, padres amos de casa, madres-padres y padres-madres, mujeres que abandonan su hogar... No es nada raro, simplemente un reflejo del mundo actual, nuestro mundo, mi mundo. Soy una mujer normal, que trabaja, independiente, a la que no le gustan las faenas del hogar, pero que tiene que hacerlas si no quiere vivir en una pocilga. Así que, de vez en cuando, cojo una escoba y barro. Y, por eso mismo, porque no me gusta pero tengo que hacerlo, inventé a una mujer que tenía que coger una escoba y barrer cuando no había más remedio. La inventé y la hice protagonista de un futuro álbum ilustrado. Es una madre que vive con su hijo. Y no hay padre a la vista. Odia barrer, pero tiene que hacerlo y, por eso mismo, se inventa una fantasía que la saque de la dura realidad de ese hecho cotidiano y desagradable, y la sumerja en un juego que comparte con su hijo: un desierto lleno de arena/polvo, una maldición, la lucha por la subsistencia...
Bueno, una editorial me ha devuelto el trabajo diciendo que hoy en día no pueden permitirse publicar esa clase de estereotipos. ¿Una mujer barriendo? ¡Horror! Por supuesto, son muy dueños de decidir lo que quieren o lo que no... Pero ¿no nos estamos pasando a veces jugando de esta manera a lo "políticamente correcto"? Se me ocurrió preguntar si habrían publicado el mismo texto con un padre por protagonista. El "posiblemente" que me dio la editora por respuesta fue absolutamente esclarecedor. ¡Bien por los padres que cogen la escoba y barren! ¡Viva la igualdad! Son modernos, son perfectos, un ejemplo de higiene además. ¡Mal por las mujeres que, a estas alturas de la vida, siguen empeñadas en no vivir en una pocilga! Las mujeres que no tengan un hombre -¿un mayordomo quizá?- que les barra, será mejor que opten por vivir en la inmundicia. Pero eso sí, que no se olviden de pasear de vez en cuando con una pancarta que ponga "¡Viva el feminismo!"