sábado, 30 de mayo de 2015

OÍR Y ESCUCHAR, VER Y MIRAR

Oír y escuchar no son la misma cosa. Tampoco ver y mirar. Por la calle oímos ruidos, gritos, frenazos, músicas que pasan zumbando a nuestro lado. Palabras que no nos dicen nada, que carecen de todo significado. Para escuchar, sin embargo, necesitamos prestar atención, descifrar lo que se nos dice, ser todo oídos, pero también toda mente; poner de nuestra parte para que el mensaje se haga luz en nuestro cerebro. Oímos la radio si la tenemos de fondo para acallar el silencio de la casa, como animal de compañía. Pero la escuchamos si atendemos a un programa determinado, al discurso de una persona que nos interesa. Y escuchamos también la letra de las canciones de nuestros cantautores favoritos, las palabras de nuestros seres más queridos. Vemos sin ver miles de imágenes a lo largo del día. Colores, siluetas que no nos dicen nada. Pero miramos, y admiramos, paisajes hermosos, cuadros, obras de arte. Miramos con detenimiento, con sosiego para que nuestra mente se abra a lo nuevo, para aprender del que nos hace caer en la cuenta, para descubrir la belleza que no vemos al primer golpe de vista. Pues bien, lo mismo sucede cuando leemos un libro. Hacerlo no tiene nada que ver con el acto mecánico de encadenar las palabras. Leer un libro es escuchar a su autor, mirar con detenimiento su forma de vivir y de sentir. Y eso no se hace a ritmo frenético ni compaginándolo con otras acciones. La lectura necesita tiempo, necesita espacio, necesita concentración. Leer en diagonal, leer sin profundizar, leer sin sentir, leer sin crecer es leer a medias. Disfrutar un libro no es limitarse a pasarlo bien con su argumento, sino exprimirlo y beberse todo su zumo. Y eso incluye gozar con las palabras que encierra, notar su sonoridad, escuchar su música. Y también comprender su significado, para estar o no de acuerdo con él. Ese acto íntimo exige paz, sosiego, ritmo pausado. Y, muchas veces, exige releer. Leer no es ver una película de acción. Leer es entender, reflexionar, moverse adelante y atrás por el río de la memoria.